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miércoles, 21 de octubre de 2009

Obesidad y sobrepeso

14 tips para evitar la obesidad de tus hijos.



Los índices de obesidad infantil están escalando velozmente, y ubica a países como la Argentina dentro de las cifras más elevadas de Latinoamérica seguida por Brasil y luego por México, según la FAO (Organización de Alimentos y Agricultura). Estos datos coinciden con la última Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada en la Argentina en 2006, cuyos resultados se difundieron en 2007, que ilustró la prevalencia de obesidad infantil en el orden del 10,4 por ciento, es decir, que uno de cada diez niños del país es obeso mientras que la prevalencia del sobrepeso alcanza el 31,5 por ciento, es decir, tres de cada diez chicos tienen un peso por encima del indicado.

La obesidad se debe a múltiples factores, y solo un cinco por ciento de los casos es por cuestiones genéticas. El 95 por ciento restante responde a los malos hábitos alimentarios, dado por la (alta) cantidad o selección de alimentos y al sedentarismo. De hecho, esta enfermedad es el resultado del desbalance entre la ingesta calórica y el consumo. Para simplificar: se ingieren más calorías de las que se llegan a gastar, lo que transforma ese exceso en grasa. Hay que tener en cuenta que medio kilo de grasa equivale a 3.500 calorías de reserva.

En general, la obesidad está vinculada con una mala nutrición, que incluye principalmente alimentos ricos en calorías y excluye aquellos alimentos densos como las frutas, verduras, cereales y panes integrales. Ejemplos de estos alimentos son las golosinas, las galletitas, los snacks, la pizza, y las gaseosas; ninguno de ellos aporta nutrientes vitales para el desarrollo y crecimiento del chico.

Por otra parte, la obesidad infantil puede provocar complicaciones a corto y largo plazo; es así como se presentan casos de hipertensión arterial, colesterol elevado y diabetes tipo 2 en estos niños. De no ser tratadas estas enfermedades, el niño arrastrará el problema hacia su vida adulta, con las implicancias que pueda tener en la salud el aumento de los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares y metabólicas, entre otras.

Para tratar la obesidad infantil se debe trabajar sobre los hábitos alimentarios y en la actividad física, es decir: educar a los niños sin caer en la prohibición.

Consejos para mejorar los hábitos alimentarios

  • No saltear el desayuno, ya que brinda la energía necesaria para la concentración, el aprendizaje y las actividades lúdicas.
  • Desayunar con alimentos nutritivos como leche y yogur descremados, cereales sin azúcar, panes integrales.
  • En los recreos, en lugar de gastar dinero en los quioscos de golosinas, llevar fruta cortada, vainillas, cereales integrales o barras de cereal.
  • No usar la comida como premio/castigo.
  • Limitar el uso de la computadora y/o televisión a no más de una hora por día.
  • Hacer actividades recreativas en familia para establecer el hábito del ejercicio: paseos en bicicleta, caminatas, patines, etc.
  • Dejar los alimentos ricos en azúcares y grasas como golosinas, helados y snacks y alimentos ocasionales para ser consumidos en ocasiones especiales: festejos o “comilonas” los fines de semana.
  • La bebida por excelencia debe ser el agua. Que las gaseosas y jugos comerciales sean consumidos esporádicamente.
  • Comer carne roja, blanca y pescados una vez al día, elegir cortes magros.
  • Consumir al menos una taza de leche, un yogur y una porción de queso descremado por día, para incorporar calcio.
  • Las verduras y frutas son las grandes amigas; cuanto más variedad, más cantidad de vitaminas y minerales. Esto mejora el sistema inmune y las energías.
  • Las galletitas son ricas en azúcares y grasas, su consumo debe ser ocasional. Es preferible el pan, los cereales e incluso las vainillas o “baby scuits”.
  • Incluir cereales integrales y legumbres al menos cuatro veces a la semana. Son fuente de fibra y minerales.
  • Practicar ejercicio diariamente, cualquier actividad que el niño disfrute.

Recuerde siempre que los chicos copian el modelo de los padres, por lo tanto, estos deben dar el ejemplo con sus hábitos.




¿Qué son la obesidad y el sobrepeso?



La obesidad y el sobrepeso se definen como una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud.

El índice de masa corporal (IMC) —el peso en kilogramos dividido por el cuadrado de la talla en metros (kg/m2)— es una indicación simple de la relación entre el peso y la talla que se utiliza frecuentemente para identificar el sobrepeso y la obesidad en los adultos, tanto a nivel individual como poblacional.

El IMC constituye la medida poblacional más útil del sobrepeso y la obesidad, pues la forma de calcularlo no varía en función del sexo ni de la edad en la población adulta. No obstante, debe considerarse como una guía aproximativa, pues puede no corresponder al mismo grado de gordura en diferentes individuos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el sobrepeso como un IMC igual o superior a 25, y la obesidad como un IMC igual o superior a 30. Estos umbrales sirven de referencia para las evaluaciones individuales, pero hay pruebas de que el riesgo de enfermedades crónicas en la población aumenta progresivamente a partir de un IMC de 21.
¿Cuáles son las causas de la obesidad y el sobrepeso?

La causa fundamental de la obesidad y el sobrepeso es un desequilibrio entre el ingreso y el gasto de calorías. El aumento mundial del sobrepeso y la obesidad es atribuible a varios factores, entre los que se encuentran:

• La modificación mundial de la dieta, con una tendencia al aumento de la ingesta de alimentos hipercalóricos, ricos en grasas y azúcares, pero con escasas vitaminas, minerales y otros micronutrientes.
• La tendencia a la disminución de la actividad física debido a la naturaleza cada vez más sedentaria de muchos trabajos, a los cambios en los medios de transporte y a la creciente urbanización.




¿Cuáles son las repercusiones frecuentes del sobrepeso y la obesidad en la salud?

El sobrepeso y la obesidad tienen graves consecuencias para la salud. El riesgo aumenta progresivamente a medida que lo hace el IMC. El IMC elevado es un importante factor de riesgo de enfermedades crónicas, tales como:
• Las enfermedades cardiovasculares (especialmente las cardiopatías y los accidentes vasculares cerebrales), que ya constituyen la principal causa de muerte en todo el mundo, con 17 millones de muertes anuales.
• La diabetes, que se ha transformado rápidamente en una epidemia mundial. La OMS calcula que las muertes por diabetes aumentarán en todo el mundo en más de un 50% en los próximos 10 años.
• Las enfermedades del aparato locomotor, y en particular la artrosis.
• Algunos cánceres, como los de endometrio, mama y colon.

La obesidad infantil se asocia a una mayor probabilidad de muerte prematura y discapacidad en la edad adulta.
Muchos países de ingresos bajos y medios se enfrentan en la actualidad a una doble carga de morbilidad:
• Siguen teniendo el problema de las enfermedades infecciosas y la subnutrición, pero al mismo tiempo están sufriendo un rápido aumento de los factores de riesgo de las enfermedades crónicas, tales como el sobrepeso y la obesidad, sobre todo en el medio urbano.
• No es raro que la subnutrición y la obesidad coexistan en un mismo país, una misma comunidad e incluso un mismo hogar.
• Esta doble carga de morbilidad es causada por una nutrición inadecuada durante el periodo prenatal, la lactancia y la primera infancia, seguida del consumo de alimentos hipercalóricos, ricos en grasas y con escasos micronutrientes, combinada con la falta de actividad física.

¿Cómo reducir la carga de obesidad y sobrepeso?
La obesidad, el sobrepeso y las enfermedades relacionadas con ellos son en gran medida evitables.

A nivel individual, las personas pueden:
• Lograr un equilibrio energético y un peso normal.
• Reducir la ingesta de calorías procedentes de las grasas y cambiar del consumo de grasas saturadas al de grasas insaturadas.
• Aumentar el consumo de frutas y verduras, legumbres, granos integrales y frutos secos.
• Reducir la ingesta de azúcares.
• Aumentar la actividad física (al menos 30 minutos de actividad física regular, de intensidad moderada, la mayoría de los días). Para reducir el peso puede ser necesaria una mayor actividad.
La puesta en práctica de estas recomendaciones requiere un compromiso político sostenido y la colaboración de muchos interesados, tanto públicos como privados. Los gobiernos, los asociados internacionales, la sociedad civil, las organizaciones no gubernamentales y el sector privado tienen funciones fundamentales que desempeñar en la creación de ambientes sanos y en hacer asequibles y accesibles alternativas dietéticas más saludables. Esto es especialmente importante para los sectores más vulnerables de la sociedad (los pobres y los niños), cuyas opciones con respecto a los alimentos que consumen y a los entornos en los que viven son más limitadas.
Las iniciativas de la industria alimentaria para reducir el tamaño de las raciones y el contenido de grasas, azúcares y sal de los alimentos procesados, incrementar la introducción de alternativas innovadoras, saludables y nutritivas, y reformular las actuales prácticas de mercado podrían acelerar los beneficios sanitarios en todo el mundo.
La estrategia de la OMS para prevenir el sobrepeso y la obesidad
La Estrategia Mundial OMS sobre Régimen Alimentario, Actividad Física y Salud, adoptada por la Asamblea de la Salud en 2004, describe las acciones necesarias para apoyar la adopción de dietas saludables y una actividad física regular. La Estrategia pide a todas las partes interesadas que actúen a nivel mundial, regional y local, y tiene por objetivo lograr una reducción significativa de la prevalencia de las enfermedades crónicas y de sus factores de riesgo comunes, y en particular de las dietas poco saludables y de la inactividad física.
La labor de la OMS en materia de dieta y actividad física es parte del marco general de prevención y control de las enfermedades crónicas que tiene el Departamento de Enfermedades Crónicas y Promoción de la Salud, cuyos objetivos estratégicos consisten en: fomentar la promoción de la salud y la prevención y control de las enfermedades crónicas; promover la salud, especialmente entre las poblaciones pobres y desfavorecidas; frenar e invertir las tendencias desfavorables de los factores de riesgo comunes de las enfermedades crónicas, y prevenir las muertes prematuras y las discapacidades evitables debidas a las principales enfermedades crónicas.
Esta labor es complementada por la del Departamento de Nutrición para la Salud y el Desarrollo, cuyos objetivos estratégicos consisten en fomentar el consumo de dietas saludables y mejorar el estado nutricional de la población a lo largo de toda la vida, especialmente entre los más vulnerables, para lo cual proporciona apoyo a los países para que elaboren y apliquen programas y políticas nacionales intersectoriales de alimentación y nutrición que permitan hacer frente a la doble carga de enfermedades relacionadas con la nutrición y contribuir a la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Existen muchas formas para determinar si una persona tiene sobrepeso, pero los expertos creen que el índice de masa corporal (IMC) es la mejor manera de evaluar el peso de un adulto en relación con su estatura.
  • Un índice de masa corporal entre 18.5 y 24.9 se considera normal.
  • Los adultos con un índice de masa corporal entre 25 y 29.9 se consideran con sobrepeso. Sin embargo hay excepciones; por ejemplo, un atleta puede tener un IMC más alto, pero no tener sobrepeso.
  • Los adultos con un índice de masa corporal superior a 30 se consideran obesos.
  • Los adultos con un índice de masa corporal superior o igual a 40 se consideran extremadamente obesos.
  • Cualquier persona con más de 45 kg (100 libras) de sobrepeso se considera que sufre de obesidad mórbida.











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